Un precursor de las ciencias de la complejidad en el Siglo XIX

Un texto del 2001 que profundiza en la conexión entre ciencias de la complejidad y el marxismo, está en portugués y su autor es Osame Kinouchi.
En su abstract plantea:

Las ciencias de la complejidad presentan algunos temas recurrentes: la aparición de comportamientos cualitativamente nuevos en sistemas disipativos fuera del equilibrio, la aparente tendencia de un sistema complejo para estar en la frontera de las transiciones de fase y los puntos de bifurcación, dinámicas históricas que presentan equilibrios puntuados, una tentativa de complementar ideas de la evolución darwiniana con ciertas ideas de progreso (entendido como un aumento de la capacidad computacional), etc. Tales temas, en realidad, pertenecen a una larga tradición científica y filosófica y, curiosamente, aparecen ya en la obra de Federico Engels en los años 70 del siglo XIX. Así, la aparente novedad de las ciencias de la complejidad parece situarse no tanto en sus ideas fundamentales, sino en el uso de matemáticas y modelos computacionales para ilustrar, probar y desarrollar esas ideas. Dado que los políticos como el candidato, Al Gore ha declarado recientemente que las ciencias de la complejidad han influido firmemente su visión del mundo, tal vez podría ser interesante para conocer mejor las ideas y la ideología relacionada con la noción de sistemas adaptativos complejos.

Para bajarlo:

http://arxiv.org/PS_cache/physics/pdf/0110/0110041v1.pdf

El pensamiento de Marx es compatible con la teoría de la complejidad

El pensamiento de Marx es compatible con la teoría de la complejidad

Juventud Rebelde (Cuba), 23-01-2009

Viernes 23 de enero de 2009, por Bioéticas. Guía internacional de la Bioética

Afirmó el Doctor en Ciencias Filosóficas cubano Carlos Delgado, Premio Iberoamericano de Ética, quien abogó por volver a estudiar las posturas marxistas y aplicarlas sin dogmatismos en nuestro contexto

Por: Giovanni Fernández Valdés

Correo: digital@jrebelde.cip.cu

23 de enero de 2009

Las maneras de comprender el proceso de enseñanza en las  universidades están modificándose, afirma el Doctor en Ciencias  Filosóficas Carlos Delgado ¿Cuál es el significado de que los hombres se dirigen hacia un nuevo saber o comprensión del mundo? ¿Por qué vivimos en una revolución inadvertida de la ciencia y la tecnología con respecto a la vida cotidiana? Son algunas de las interrogantes que asaltan mientras se lee el texto «Hacia un nuevo saber: La bioética en la revolución contemporánea del saber», del Doctor en Ciencias Filosóficas Carlos Delgado, quien no solo recibió el Premio Iberoamericano de Ética Elena Gil 2005, sino que ha presentado una visión y propuesta originales sobre estos problemas, que más allá de cuestiones puramente teóricas constituyen reflexiones dirigidas hacia la realidad diaria de los individuos.

—¿Cómo se puede comprender que nos estamos dirigiendo hacia un nuevo saber?

—El siglo XX fue importante por los cambios en la ciencia, la tecnología, la vida práctica y otras áreas del conocimiento, que pasaron rápidamente a la vida cotidiana y personal, como la manera de organizar las ciudades, sus edificaciones, los sistemas de transporte, la conformación de la familia, de la escuela y en nuevos utensilios del hogar, por poner solo algunos ejemplos.

«Es decir, los procesos tecnológicos han contribuido a modificar el lugar del conocimiento en la vida social, por lo cual yo formulé en 2001 una hipótesis alrededor del tema que he denominado "el nuevo saber"

No solo estamos cambiando el modo de aprehensión del mundo y las formas de ese conocimiento, sino que estamos arribando a un modo diferente de comprender la dinámica de las sociedades contemporáneas y las interrelaciones con su entorno. Este resultado que visualicé como “nuevo saber” ha sido posible por un conjunto de transformaciones en cuatro disciplinas que vinculan los problemas del valor, la ética y el conocimiento.

La bioética, que es la búsqueda de una sabiduría para sobrevivir, se enlaza con el argumento del movimiento ambiental más avanzado, y ambos plantean la necesidad de la preocupación, el respeto y la armonía con la naturaleza y no solo por su utilidad para el hombre. Los otros dos movimientos son la epistemología de segundo orden y las ideas sobre la complejidad del mundo.

La epistemología (teoría del conocimiento) sitúa al sujeto en un contexto en el proceso de búsqueda de la verdad; es decir, se aprecia una nueva perspectiva en la investigación entre lo que se observa y el observador, relacionada con los sentimientos y valores del sujeto.

Las ideas sobre la complejidad son una reflexión sobre los cambios producidos en el conocimiento científico en el caso de la física, química, matemática y las ciencias sociales, que afirman, a diferencia de las teorías clásicas anteriores, las múltiples interacciones de un fenómeno. Es decir, las cosas no están hechas ni acabadas, sino que están emergiendo todo el tiempo por las relaciones entre ellas.

Estas disciplinas rompen con las tradicionales y llevan el análisis hacia una nueva dimensión en las relaciones entre el hombre, la naturaleza y el conocimiento».

—¿Estas disciplinas entran en lo que usted denomina como revolución inadvertida?

—Es inadvertida la revolución aunque esté por todas partes; al menos esa es mi tesis. Lees un texto sobre la complejidad y la palabra bioética no está ni siquiera mencionada, pero existen elementos en común en cuanto a su visión sobre el conocimiento, valoración y eticidad.

«Quiere decir que falta diálogo entre las especialidades. La ciencia que emanó de la modernidad tiende a la especialización, pero tiene un defecto fundamental: la especialización degenera en hiperespecialización y se pierde la perspectiva de la totalidad.

Hoy no podemos darnos ese lujo, porque los avatares actuales de la humanidad reclaman de una perspectiva global. Te hablé de esas teorías; sin embargo, puede haber muchas más que estén trabajando en la misma dirección, pero como formo parte de esta comunidad de la revolución inadvertida no las conozco».

—¿Qué importancia tiene para la cultura adquirir un pensamiento complejo?

—Las nociones de complejidad se abren a un infinito de interpretaciones, porque nos permiten captar cosas que antes, encerrados en nuestros propios dominios, no podíamos ver. Si bien las nociones del arte anterior estaban centradas en la obra como resultado de un proceso, ahora se traslada hacia el proceso mismo, donde lo importante es el recorrido para comprender la naturaleza artística.

«Por otra parte está el aspecto tecnológico, como la aparición de Internet o el correo electrónico, no visto como un fenómeno alejado del individuo, sino en el cual él está totalmente inmerso en la tecnología y ya no puede realizar la satisfacción de sus necesidades sin depender de lo tecnológico, porque cada vez se realiza de manera más intensa un diálogo con la tecnología».

—¿Existe contradicción entre la cotidianidad, el conocimiento, los modos de vivir y la reproducción de la vida?

—Existen contradicciones en la medida en que aparezca una relación permanente con la naturaleza en la cual se destruyen las bases biológicas de la vida. El conocimiento que hemos acumulado desde la modernidad hasta nuestros días es cada vez más destructivo.

«Los avances en la ciencia y la tecnología tienen mucho que ver con la cotidianidad de las personas, y sus consecuencias se palpan en la modificación de determinadas creencias, costumbres y modos de vivir.

Por ejemplo, las maneras de comprender el proceso de enseñanza en las universidades están modificándose, pues la formación de un profesional no debe dirigirse totalmente hacia lo especializado.

Es decir, el egresado en estos momentos se enfrenta a que su preparación no coincide algunas veces con las exigencias de su perfil laboral, y por tanto, si no se le brinda al alumno un tipo de flexibilidad que le permita reincorporarse al proceso productivo, debe empezar de nuevo. Una cosa es que comience a adquirir habilidades, y otra que esté capacitado para adquirir nuevos conocimientos de manera expedita.

Pero en la vida cotidiana los plazos entre la introducción de un avance y otro se acortan; entonces una reproductora comprada para satisfacer una necesidad como es la de escuchar música, puede que al cabo de un tiempo relativamente corto desaparezca y entonces debo estar preparado para ese otro avance, porque si no ya no puedo escuchar música; el ejemplo es el disco de acetato y el disco compacto.

Creo que estas contradicciones poseen un valor importante en la sociedad, pues algunas costumbres habrá que modificarlas, pero otras pondrán frenos a desvíos tecnológicos que van por el camino de la destrucción de la especie».

—¿De alguna manera la teoría de Carlos Marx sobre el trabajo entra en crisis?

No hay que revisar las posturas marxistas, sino que tenemos que  volverlas a estudiar y aplicarlas sin dogmatismos en nuestro contexto —Una de las teorías más vitales del siglo XIX y que nos llega al presente es la de Marx. Mientras exista capitalismo su estudio tendrá vigencia, porque lo explica muy bien. Su propuesta del determinismo dialéctico, la comprensión de la determinación y su análisis de los modos de funcionamiento de la sociedad capitalista son todavía aprovechables, aunque hay elementos que reconsiderar.

«El tema ambiental no era para Marx ni para la sociedad en la cual vivió un problema reconocido. En su teoría del trabajo como fuente de valor cae en una lógica en la que la naturaleza es infinita; hoy sabemos que no es así.

La tesis marxista que establece un vínculo entre la producción material y la satisfacción de las necesidades, sabemos que no es exacta.

Hablo, sin embargo, de la necesidad de estudiar sus propuestas de nuevo. Si me preguntaras si Marx tiene compatibilidad con las ideas de la complejidad yo te diría que te leyeras El 18 Brumario de Luis Bonaparte para encontrarte con un trabajo de pensamiento complejo. Es una obra donde el futuro no está dado de antemano, sino que está mediado por una cantidad de interacciones que él fue recorriendo. Es una obra extraordinaria, enigmática y metafórica, en la cual intenta recorrer la dinámica de los procesos reales, y eso es lo que debemos rescatar. En ese sentido no hay que revisar las posturas marxistas, sino que tenemos que volverlas a estudiar y aplicarlas sin dogmatismos en nuestro contexto».